Muchos padres creen que las piezas primarias o de leche deben dejarse así como están porque después se caen y salen otras piezas.
Este mito debe ser desterrado por todos nosotros ya que los dientes primarios, al igual que los permanentes, dentro de su estructura poseen un filete vasculonervioso llamado pulpa dental (nervio) que si bien con el pasar del tiempo va involucionando y tiene menor capacidad de reacción, igual da respuestas a estímulos externos como pueden ser las caries.
Por lo general, la respuesta de estas piezas puede ser peor que la de las piezas permanentes. Ante un avance de caries importante dan cuadros muy llamativos como puede ser un edema facial (cara hinchada) o un ataque de dolor como suele describirse.
Recordemos que lo más importante es que el niño concurra sin temor al consultorio, que de a poco se lo pueda ir motivando para la atención pero sin presiones, sin apuro. Ante una situación como las anteriormente descriptas, no queda más que hacer las maniobras necesarias para solucionar el problema (anestesia, aperturas, tratamientos pulpares, etc.) y la motivación se hace al mismo tiempo que se va trabajando, lo que es más difícil de asimilar para el niño.
Si no fuera posible reconstruir la pieza y se debiera realizar la extracción del diente de leche se deberá colocar un mantenedor de espacio hasta que aparezca en ese lugar el diente definitivo. Si esto no se colocara se perderá el espacio para el diente definitivo y los dientes saldrán torcidos, en diferente posición o no saldrán. En resumen, las piezas primarias deben ser arregladas tanto como las permanentes. El niño debe acostumbrarse a tener una boca sana, sin caries y fundamentalmente sin dolor.
