Un conjunto diverso de etiologías puede conducir a una enfermedad de las glándulas salivales aislada o difusa y convertirla en una consulta médica común.
- La falta de intervención para las molestias salivales puede provocar un aumento de la caries dental, bacteriemia y, finalmente, enfermedad sistémica.
- El diagnóstico se realiza mediante la historia clínica, la exploración física, estudio de imágenes o sialendoscopia.
- Históricamente, la terapéutica implicaba la extirpación quirúrgica de la glándula, una operación que comprometía inherentemente la función y conllevaba el riesgo de complicaciones, como lesión nerviosa y sialocele.
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Los modelos actuales de tratamiento se han desplazado hacia técnicas de preservación, específicamente mediante el uso de sialendoscopia (endoscopia salival) y la inyección de toxina botulínica.
La patología obstructiva se origina más frecuentemente por la presencia de cálculos en las glándulas salivales, por la presencia de una cicatriz o por estenosis del sistema de conductos salivales. Estas etiologías obstructivas frecuentemente se presentan como malestar a la hora de comer; sin embargo, también pueden ser indoloras.
Las causas inflamatorias de sialoadenitis a menudo causan enfermedad bilateral y multiglandular, lo que hace que su presentación sea única de los procesos obstructivos. Estas causas pueden ser parte de un proceso metabólico o autoinmune sistémico mayor, como en el síndrome de Sjögren, o estar aisladas de las glándulas salivales, como en la parotiditis recurrente juvenil.
Otras condiciones salivales incluyen sialadenosis que se asocia con afecciones sistémicas que conducen a una enfermedad bilateral. La hinchazón e hipertrofia glandular características de la sialadenosis se vinculan con trastornos que afectan el metabolismo del cuerpo, como anorexia, bulimia, alcoholismo, y cirrosis. Generalmente se presenta con glándulas parótidas marcadamente agrandadas. Ocasionalmente es dolorosa pero no cambia la cantidad ni la calidad de la saliva.
Si existe preocupación por una masa o tumor, una resonancia magnética es mejor para caracterizar estas lesiones. De lo contrario, la tomografía computarizada es la exploración preferida para visualizar calcificaciones, erosión ósea o procesos inflamatorios, incluidos los abscesos. La ecografía es adecuada para detectar masas, linfadenopatía, cálculos, obstrucción o dilatación, pero puede resultar insuficiente para evaluar procesos que afectan a porciones más profundas de la glándula.
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